lunes, 14 de mayo de 2012

Dónde sea, cuándo sea. Sólo porque el cuerpo te lo pida, o porque ya no puedas respirar. Dejando la ventana abierta para que todos lo vean, yendo despacio en mitad de la noche sin zapatos, cambiando de planes y decidiendo que aquello no es que lo quieres hacer, olvidando, sin tener que explicar a otro de qué va todo, repasando mentalmente para no sentir miedo, sin ropa interior por lo que se pueda encontrar, con ganas de comerse el mundo, resbalando en la lluvia, haciendo tu propia lluvia, con la mente en blanco, sin sentimientos a la vista, sobrevolando distintos horizontes, en la cama de una habitación cualquiera, regresando al lugar donde pensaste que a partir de ahí tu vida podría acabar, que todo tendría sentido, desahogando palabras ante la mirada atenta de los únicos que te saben escuchar, haciendo estupideces por doquier, en una utopía, en una sobredosis, cerrando los ojos ante un amanecer, escribiendo en la frente las bestialidades que deseas cometer, creando universos paralelos a la nada, haciendo que otro se sienta mal, gritando silencios, hablar en otro idioma como si no fuesen a entenderte, contando hasta mil noventa y dos, perdiendo el equilibrio, diciendo algo y ya está, tirando piedras sin preocuparme por esconder la mano, escondiendo el mundo tras la persiana, a veces en el mar ahogándome sólo para sentir la necesidad de respirar, huyendo de un incendio que no puede dañar, echando de menos a cosas realmente buenas, ir para no volver, viviendo el día, la noche, en las madrugadas, sin medir el aire, descubriendo quienes tienen talentos ocultos, en unas vacaciones mentales, siendo yo, durmiendo sin soñar, soñando sin dormir, besando una y otra vez, diciendo palabras que sólo las pueden decir los mayores, comprendiendo la velocidad de la luz, desilusionando al malo de la película, volviendo al calor, buscando los tópicos no típicos, llenando estas líneas.

1 comentario:

Adler dijo...

Escribes que es una pasada...