lunes, 2 de febrero de 2009

Para ella. Dejó de ser siempre, aquel todavía.




En cuanto a mí, sigo creyendo en el paraíso. Sin embargo, ahora sé que no se trata de ningún lugar en concreto. Lo importante no es a dónde vas, sino cómo te sientes en el momento en el que llegas a formar parte de algo. Y si encuentras ese momento, es para siempre.



La multitud se agolpa poco a poco en los escombros de vasos de litro. El sitio, la música la misma, los bares mas famosos nos incitan a la bebida, a las risas. Chocho, pene, follo, hasta el fondo. Son las 9'30 ya, y el ambiente está caliente para empezar. Unos litros, luego nos ponemos morados. Bebemos chupitos y pegamos unos brincos. Mezclando un gran vaso con coca-cola y el tintorro. Me sangra la oreja, el volumen es brutal. Total, aquí da igual, que más da. Venimos a gozar. La movida trata de unos locos. Es el lugar de los borrachos, de las bragetas potentes, de los escotes demoledores, impacientes. Llegan armados sin dineros, y quieren piyar litros en garitos, piyar un gran ciego. Son lugares de paredes negras, de tacones altos, de ropas ligeras, de macarras, de guarros que vomitan en carros, de policías en esquinas como putas. Aventureros con 14 años ya buscaban frenesí, buscaban el lado salvaje de la vida, movidas...y así empezamos a mezclar bebidas. Buscamos noches locas entre cigarros y botellas. El sitio no es problema. En la calle me ilusiona cada diez minutos que chicas con 13 años ya fumen canutos. Así sí, joder.
JUST DANCE. JUST DRINK. ENJOY THE SILENCE!

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