-Sí, dime
-No te acostumbres a mí.
-¿Cómo?
-Que no te acostumbres a mí, ni a mi risa, ni a mi hiperactividad matutina, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni a mi olor. No te acostumbres a que hablemos de tus problemas, ni a que te escuche con atención. No te acostumbres a como te miro o te dejo de mirar, no te acostumbres a mis mejillas rojas como un tomate cuando te ríes de mí, ni te acostumbres a mi rabia, ni a reírte de las cosas que digo. No te acostumbres… enserio
-¿Y eso a que viene?
-A nada simplemente algún día me cansaré, me iré y echarás de menos a esas cosas si estás acostumbrado
5 comentarios:
Pero es bueno echar de menos. Si han sido recuerdos buenos, siempre puedes acompañarlos con una sonrisilla, aparte de unas lágrimas.
siempre viene bien recordar buenos momentos y echarlos de menos, pero los malos mejor a un lado :)
un beso, Lu
QUé razón tienes.
Por casualidad di con este blog, pero las cosas que dices las estaba pensando ayer, las casualidades en realidad no lo son. Mi aporte es decirte que has perdido la cabeza totalmente y en consecuencia te has convertido en alguien poderoso en espiritu y algun dia guiaras a las masas.
Daniel, siempre he tenido curiosidad por leerte
Publicar un comentario